domingo, 14 de mayo de 2017

14a EDP Vitoria-Gasteiz Maratón Martín Fiz


Un Sherpa por Vitoria.
Según la RAE una de las acepciones de la palabra Sherpa es: “guía o porteador en las expediciones de alta montaña en el Himalaya”. Esa es mi función hoy, guiar a Xavi hasta la línea de meta en su primera Maratón.

¿Por qué en Vitoria? Porque era la única maratón que Xavi prepararía los fines de semana, su pareja vive aquí y él sube casi cada semana e verla. Solo no lo veía haciendo las tiradas largas, pero junto al grupo de entrenamiento de Martín Fiz estaba convencido que las realizaría.

Yo he llegado a la cita con lo puesto, prometí acompañarlo y eso haré, pero con mi madre ingresada desde el 30 de diciembre, solo he podido entrenar dos días por semana, uno de ellos como tirada larga empezando en 12 Km e incrementado 2 Km cada domingo hasta llegar a un máximo de 28 Km. Xavi ha entrenado más que yo, pero no ha realizado ninguna tirada por encima de los 24 Km, demasiado poco, así que tendré que regularlo para que el muro le llegue lo más tarde posible.

Sé que soy el único que confía en que llegará al final, diría que ni él mismo lo tiene claro del todo, pero sé que lo llevaré, sufriendo eso sí, pero como siempre digo la Maratón solo tiene dos secretos, se sale y se acaba.

A las 8:15h dejo el Hotel, acompañado por mis dos chicas: Eva y Paula, y nos dirigimos los tres hacia la línea de salida, espero encontrarla pues ayer no había ni rastro de ella, ninguna línea, ninguna marca, es como si la Maratón de Vitoria no se fuera a celebrar al día siguiente.

A las 8:30h nos encontramos con Xavi y Margot, su pareja, junto a la antigua estación de autobuses de Vitoria, justo al lado se encuentra la línea de salida, que hoy sí está ahí, desafiante.

Me saluda Jospon de CoRReDoRS.CaT, somos una plaga, nos hacemos la foto de rigor con un invitado de excepción, el gran Martín Fiz, todo un lujo.
Entre saludos y bromas, Xavi conoce a mucha gente, nos dan las 9:00h y los aplausos nos advierten que esto ha empezado, un par de minutos después cruzamos esa línea que ayer no existía y que hoy nos despide junto a los demás corredores (jamás me llaméis runner por Dios) los del diez mil, los de la media y la guinda del pastel, los de La Maratón, que salimos todos mezclados.

Los primeros diez kilómetros (1h00’50”) trascurren como si nada, rodeados de gente, pero sin agobios, controlando el ritmo a 5:58/6:02 Km, obligando a Xavi a beber y con un Sol en lo alto dándonos de pleno. Hemos visto de todo, periferia, barrios de nueva construcción, el cementerio municipal, el casco viejo con su Catedral de Santa María (conocida popularmente como la Catedral Vieja) saludándonos en lo alto, pero lo más bonito nos espera junto a la Catedral Nueva, nuestras chicas: Paula, Eva y Margot que nos saludan por primera vez.

Las saludamos, enviamos besos y seguimos con algo menos de compañía, los del diez mil ya nos han dejado, enfilando la Av. Gasteiz en la primera de las numerosas idas y vueltas que haremos a partir de ahora, rotonda y de vuelta hacia Portal de Castilla.

Poco antes del Km. 15 nos quedamos solos, la media y la Maratón se separan, a partir de este momento no hay grupos más allá de tres o cuatro corredores juntos, la pura esencia de la Maratón, la soledad, pero si es tu primera vez hacerlo en solitario y tan pronto, sería excesivamente duro.

Llevo desde la salida con ganas de orinar, la hidratación previa pasa factura, ahora casi sin gente veo un árbol enorme donde poder vaciar mi vejiga, estoy en ello cuando escucho unos gritos a mi espalda, acabo a toda prisa pensando “─coño que bronca me están pegando, que es biodegradable y el hotel me queda lejos…”, pero los gritos no eran para mí, nos adelanta un tipo justo en el cartel del Km.15 gritando y agitando los brazos “─¿¡Dónde está el kilómetro 22! ¡Dónde está el kilómetro 22!?

El Km.20 lo pasamos en 2h02’32”, empezamos a notar que tenemos piernas, aunque el ritmo es suave comparado con los entrenos previos, el Sol nos está castigando, pero aun así vamos bien, es más a Xavi lo tengo que controlar tirando de las riendas pues se desboca cada vez que recibe un grito de ánimo desde el público.
La media Maratón la pasamos en 2h09’, perfecto para el sub 4h20’, en seguida veremos a nuestras chicas por segunda vez, Paula nos pregunta “─¿queréis todos los geles?”, le digo que sí, pues entiendo que será la última vez que las veamos antes de la línea de meta.

En el Km.25 veo que Xavi no va del todo fino, siempre me responde que va bien, pero el crono no miente y el ritmo decae poco a poco, decido bajar el ritmo a 6:28/6:30 Km, decimos adiós al sub 4h20’ y entramos, aunque él no lo sabe, en “modo supervivencia”. Si no hay un derrumbe el sub 4h30’ está en el saco y si lo hay, el límite de la prueba está en 5h19’ antes del Game Over definitivo.

En el Km.28 tenemos la única duda sobre hacia dónde ir, una controladora empanada esta tranquilamente sentada en lugar de indicarnos el camino correcto, le grito, pero es uno del público el que me ratifica lo que yo pensaba, hemos de girar a la derecha. Al volver veo a lo lejos que tres corredores han tirado recto mientras ella sigue tan ricamente sentada en su silla. En seguida les veo recular, alguien les habrá avisado, y al pasar junto a ella le pegan una bronca del quince, no es para menos. Desde aquí hasta el Km. 38 viene el tramo más duro mentalmente, pues el trazado discurre por la periferia de Vitoria, la animación es casi nula y el Sol sigue pegando muy duro.

El Km.30 lo pasamos en 3h08’08” (1h05’37” el último diez mil), pasado el Km.36 vemos llegar una ambulancia que recoge un corredor que por suerte y a simple vista no parece grave salvo por el cansancio lógico a estas alturas de la prueba, Xavi va ya muy justito, ni los ánimos del escaso público tiran ya de él, hace rato que no tengo que tirar de las riendas, ya está domado ja, ja, ja.

En el Km.37, enfrente de nuestro Hotel (Sercotel Boulevard), que por cierto es la tercera vez que pasamos por delante de él, decide tomarse su último gel, su nombre es descriptivo: Coup de fouet, la bajada de ritmo es muy evidente, avanzamos a 7’00”/Km, el sub 4h30’ se nos escapará por un poco, pero seguimos avanzando que es lo importante. Le grito que solo nos queda desde las torres Mapfre a casa, solo cinco kilómetros, lo hemos hecho cientos de veces, ya casi está.

El Km.40 lo pasamos en 4h19’13” (1h11’05” el último diez mil), y justo en este momento llega el fundido a negro, hasta aquí le han llegado las fuerzas, las rampas se apoderan de sus piernas y no nos queda más remedio que seguir caminando. Caminando rápido se avanza más de lo que la gente cree, para algo ha de servir la experiencia, desde aquí a meta prácticamente caminamos y reímos, yo más que él claro, pues intento que el bajón físico no se transforme en un bajón mental.

Ya en el centro de Vitoria hay un poco más de público que nos anima al vernos transitar con más pena que gloria, nos animan a correr pues nos ven bien por fuera, incluso riendo, la cabeza va perfecta, pero sus piernas han dicho basta.

¡Ya estáis! ¡Ya estáis! Nos grita la esposa de Martín Fiz, Paula se acerca a animarnos y grabar nuestra entrada a meta, "─no te rías de él" me dice, "─no me río solo intento que no se hunda", le digo, en el giro con la calle Dato están Eva y Margot, Xavi intenta correr, pero solo puede unos escasos metros, le digo que espere a los últimos 30 metros, que hemos de entrar corriendo y con buena cara en meta y así lo hacemos.

Siempre respondo lo mismo cuando me preguntan por qué corro una Maratón y la foto entrando en meta es un claro ejemplo de mi respuesta: “─por la cara de felicidad que tienes cuando lo consigues”.

Nos detenemos por fin fundiéndonos en un fuerte abrazo ¡Xavi lo has conseguido, enhorabuena! Ya eres maratoniano.

El tiempo final, aunque sea lo de menos hoy: 4h 37' 58".

¿Y yo qué tal? Para lo poco que entrené fui bastante cómodo, sé que lo de entrenar poco es la cantinela de siempre y que la he de variar, pero de verdad hago lo que puedo. Al final será cierto lo que me dice siempre Eva "─tú no cuentas, lo llevas dentro". En resumen otra más en la mochila, la duodécima y sumando. ¿La próxima? Quizás Atenas, la cuna de todo.