domingo, 3 de noviembre de 2024

53a The New York City Marathon

 03 / NOV / 2024

53a The New York City Marathon

El sueño cumplido.

Hace unos meses Eva decidió regalarme un sueño incumplido desde hace 42 años, pues mis sesenta años bien merecían un regalo especial.

Desde que empecé a correr siempre soñé en emular a Bill Rodgers, Grete Waitz, Alberto Salazar o Rod Dixon corriendo la Maratón más mítica del Mundo: The New York City Marathon.

Hace cinco años que no participo en ninguna, la última la hice por las montañas del Priorat en el 2019, rodeado de viñas, buen vino y dos grandes amigos. Así que, a mediados de agosto, tras regresar de una travesía por el Pirineo: La porta del Cel, comencé mi preparación y también, sin saberlo entonces, mi calvario.

Primero fueron los gemelos, que pude trampear sin demasiados problemas con unas medias compresivas, pero a principios de septiembre, cuando me empezaba a sentir bien por primera vez en años, durante un entreno de 25’+ 2 x 5000 (27’00’’-26’00’’) + 15’rec, en el tercer kilómetro del segundo cinco mil comenzó un dolor en la parte delantera de la cadera que no había sentido nunca, al principio no le di importancia, pero cada vez fue a más, hasta el punto que tuve que dejar de correr antes de acabar los cinco kilómetros y volver caminando a casa.

Resumiendo, dos semanas con un dolor muy agudo al caminar, todo el mundo diciéndome que fuera al médico y yo sabiendo que, si les hacía caso, adiós al sueño. A la tercera semana el dolor bajó y durante la cuarta semana remitió del todo. Cuatro semanas dudando seriamente, por primera vez en mi vida, si podría acabar la Maratón y haciendo cálculos de lo tardaría en hacerla caminando.

El sábado 5 de octubre, un mes después del obligado parón, salí a probarme. La intención era correr diez kilómetros a un ritmo caribeño pensando únicamente en no sentir nada en la cadera y así fue, pero sólo quedaban cuatro semanas para el día D y no llevaba ninguna tirada hecha, más allá de 15Km.

El domingo 13, hice 20 kilómetros por mi pueblo, tela lo que sube y baja, y el siguiente domingo 24 kilómetros por el litoral acompañado por el Pirata Agus. Con ese, vamos a llamarlo entreno de mierda, me presenté en la salida.

Start spreading the news, you're leaving today…

Por fin llega el día D y con él sus dos Maratones.

La primera: desde que me levanto sobre las 5:00 AM hasta mi hora real de salida a las 10:55 AM, seis horas después.

Salimos del hotel a las 5:45 AM y a las 7:10 AM, tras el pertinente control de seguridad,  accedemos a la zona de salida junto al puente de Verrazano.

El día amaneció radiante, pero los cinco grados y la brisa marina hizo que nos mantuviéramos en movimiento, Marc y yo, hasta situar nuestro corral de salida, sí, corral, así lo llaman allí, como si fuéramos ganado, aunque en cierto modo un poco sí lo éramos. No quiero ni pensar cómo sería la misma situación, lloviendo o peor aún, como ya ha pasado otros años, nevando, pues no hay donde refugiarse.

Sobre las 7:50 AM encontramos un pequeño montículo, con el sol calentándonos la cara, donde nos apalancamos cómodamente hasta la hora de salida.

Y ahí estuve yo casi tres horas ─Marc salió dos horas antes─ tirado en un páramo, vestido como un homeless, escuchando himnos americanos con sus respectivos cañonazos que señalaban las diferentes salidas anteriores a la mía ─que era la penúltima─ hidratándome y alimentándome a base de plátanos, una manzana y dos sándwiches de bonito del norte que me preparé el día anterior.

A las 10:20 AM me dirijo a mi corral, desecho toda la ropa en las cajas de recogida habilitadas a tal efecto y que destinarán a los más necesitados, salvo un cortavientos que llevaré hasta que atraviese el puente. Cada año recogen alrededor de cuarenta toneladas de ropa.

Y por fin, seis horas después, llega la segunda Maratón del día, la de verdad, con sus 42195 metros por delante.

Me coloco en las primeras filas y siguiendo a un grupo de militares femeninas, que entrelazando sus brazos hacían las veces de cordón de seguridad, me encuentro en la línea de salida.

Por fin, después de siete himnos americanos con sus respectivos cañonazos, llegan los míos y tras ellos empiezo a correr. De fondo suena la famosa canción de Frank Sinatra, desde mi páramo particular no se oía, pero aquí sí y con ella ─como diría el gran Johan─ ¡Gallina de piel!

I want to be a part of it, New York, New York…

Los primeros kilómetros transcurren por el nivel inferior del largo puente de Verrazano ─el primero de los cinco puentes que cruzaré hoy─ a mi espalda queda mi paso efímero por Staten Island, a mi izquierda una vista privilegiada: el famoso skyline de nueva York y debajo de mí me fijo en una curiosidad, en todas las juntas de dilatación se ve perfectamente el agua de The Narrows, el estrecho que separa los municipios de Staten Island y Brooklyn.

Llegamos a Brooklyn y empieza la fiesta, infinidad de personas jaleando nuestro paso. Los que me conocen saben que odio que me llamen “runner”, pues siempre he sido un corredor. Así lo era hace 42 años y nunca dejaré de serlo, pero por estas calles y sin que sirva de precedente, paso de ser un corredor a ser un “runner” y de llamarme Sergio a “Serguio”.

Los primeros 15 kilómetros transcurren casi sin darme cuenta, inmerso en mis pensamientos, intentando regularme, disfrutando de la música y los ánimos del público hasta que nos adentramos en otro mundo, el barrio judío ultraortodoxo del sur de Williamsburg. Y con él llega el silencio por primera vez. Para ellos, el domingo es un día laboral cualquiera y queda claro que no les hace la menor gracia que esta marabunta de corredores transite por su barrio, es como si la Marathon no fuera con ellos, simplemente nos ignoran. Es una sensación extraña como pasas de una animación brutal al desdén más absoluto.

Pero todo pasa y llegando al Km17, en la lejanía se empieza a percibir el bullicio otra vez, pasando de la más absoluta indiferencia a una explosión de aplausos y ánimos…  Let's go Serguio!!!

Your vagabond shoes, they are longing to stray…

Dejo atrás la media Marathon y al mirar el reloj constato que el paso del tiempo no perdona, no lo digo por mi marca de hoy, 2h35’29”, pues más o menos estoy donde quiero, mi pensamiento se va a mediados de los ochenta cuando estaría a sólo tres minutos para finalizar mi gran Marathon.

El atletismo es una de mis grandes pasiones, lo considero el deporte esencial, el que ha forjado parte de mi carácter y ─en cierta medida─ me ha hecho como soy, pero reconozco que tiene un pequeño inconveniente, te deja clarísimo el paso inexorable del tiempo, pues un kilómetro y un minuto son exactamente iguales ahora que hace 40 años, pero queda claro que yo no.

Dejo atrás Brooklyn y tras un breve paso por Queens llega el segundo y último momento de silencio del día, el puente Queensboro, 2 kilómetros con su subida ─que a estas alturas de la película ya empieza a notarse─ y su posterior bajada que nos lleva a la isla de Manhattan. Al puente sólo accedemos los corredores y la falta de público se nota.

Creía que me iba a doler más, pero el echo de saber que en poco tiempo veré a Eva ─me espera pasada la milla 17─ hace que lo supere sin demasiada dificultad.

Durante los próximos 6 kilómetros transitaremos por First Avenue en dirección al Bronx, hace rato que voy en modo supervivencia, pero el griterío de la gente, la música de las bandas y sobre todo, el ir buscando a Eva por el público lo hace más llevadero.

Km. 27, por fin la veo, le doy un beso, le “robo” todos los geles que lleva y le grito: ¡Nos vemos en la meta!

Km. 34, tras un fugaz paso por el Bronx ─el único distrito continental de NY, pues el resto son islas─ volvemos de manera definitiva a Manhattan, por su famosísima Fifth Avenue en dirección al no menos famoso Central Park. 

Km. 38… Poco antes de entrar en Central Park… ¡Fundido a negro! Hasta aquí me han llegado las fuerzas. Sinceramente no creía que llegaría tan lejos corriendo, pero no hay más, no me queda nada más, estoy vacío.

And step around the heart of it, New York, New York…

Así que decido, teniendo en cuenta que el récord del Mundo se me ha escapado hace unas horas, intentar recuperarme caminando rápido hasta la última entrada en Central Park e intentar hacer los últimos metros de la Marathon corriendo.

I wanna wake up in that city, that doesn't sleep…

La animación sigue siendo brutal, los gritos de ánimo son constantes, pero no puedo correr, si lo intento me arrea una rampa en cualquier parte de mis dos piernas.

And find your king of the hill, top of the heap…

Central Park es un continuo sube y baja, o así me pareció a mí, aunque en mi estado vete tú a saber si es cierto o no.

Los gritos de Serguio!!! You got it!!! Son constantes, nunca he chocado tantas manos como hoy, tampoco es que yo fuera muy rápido, pero puedo asegurar que jamás he participado en ninguna carrera con mayor animación por parte del público que esta ─ni Zegama ni la Behobia llegan a este nivel─ se calcula que aproximadamente 2 millones de espectadores se dan cita en las calles de Nueva York para jalear el paso de los corredores y puedo dar fe de ello.

Your small town blues, they're melting away…

Abandonamos Central Park y en Central Park St he quedado con Eva de nuevo, de ir corriendo sería complicado verla, pues el ruido es ensordecedor, pero el echo de ir caminando y pegado a la vaya facilita la tarea, besazo de rigor y…


I'm gonna make a brand-new start of it, in old New York…

Comienzo a correr de nuevo ─o eso me parecía a mí─ ¡Joder como suben los últimos metros! Pensaba que la línea de llegada estaba más cerca, empiezo a dudar que las piernas me lleguen hasta el final, ese final que no veo llegar, ese final que se resiste en aparecer, pero las piernas siguen funcionando. 

You always make it there, you make it anywhere…

Por fin vislumbro la meta, esto está hecho, decimoquinta Marathon en la saca ─con la peor marca de mi vida─, pero de la que estoy igual de orgulloso que cualquiera de las anteriores. Pues todas han tenido su historia y en todas lo he dado todo, como en la vida.

It's up to you…

Antonio, un gran amigo mío me dijo hace un tiempo: “Sergio, no te engañes, lo que tú ves como algo normal, en realidad, no es lo normal.”

New York, New York!!!