domingo, 4 de marzo de 2007

Llego el día

Suena el despertador, he dormido bien, son las 5:30h del domingo 4 de marzo del 2007.

Vuelvo a recuperar la rutina que hace más de veinte años me llevo a descubrir todo un mundo. Me preparo mi comida: puré de patatas, pechuga a la plancha y el pan que nunca falte. Bebo líquido, pero sin pasarme. Descanso un rato en el sofá, sería imposible volver a dormirme. Me visto, como si fuera un torero, despacio, con cuidado, intentando sentir si algo no va bien.

Sobre las 7:30h nos pasa a recoger mi buen amigo Moisés que ha decidido acompañar a Meritxell, mi mujer, en su peregrinaje por toda Barcelona suministrándome lo que vaya necesitando.

Mi objetivo inicial era simplemente acabar la prueba, pero la media maratón de Barcelona celebrada tres semanas antes, me hizo concebir esperanzas de poder acabar sobre las 3h 45’. Maldito dilema ¿qué ritmo coger? Soy consciente que no he realizado tiradas muy largas y que el entrenamiento ha sido muy justo, pero no puedo evitarlo: ¡siempre he corrido al límite! Y si los cálculos dicen que mi límite está en 3h 45’ lo tengo que intentar ¿no?

Son las 8:10h, realizo los últimos preparativos: vaselina en los sitios claves, me despojo del chándal y me despido de mis dos acompañantes. Hemos quedado en diferentes puntos del recorrido, siempre en la derecha de la calzada. En la cara de mi amigo veo expectación y alegría, pero la de mi mujer refleja preocupación y algo de miedo. Sus últimas palabras fueron: “si no puedes lo dejas ¿vale?”

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