domingo, 25 de septiembre de 2016

43. BMW BERLIN-MARATHON 2016


Dentro de una burbuja y con los warnings puestos.

Antes del viaje y teniendo en cuenta el entreno que he podido hacer este verano me planteé dos objetivos:
1) si todo iba perfectamente intentar bajar de 4 horas.
2) de no ser así dejarme ir intentando no pasar de las 4h15’.

Cuando me llegó el comprobante para recoger el dorsal me hizo gracia que en él pusieran mi MMP de siempre (2h38’35”) en lugar de mi previsión actual, sub 4h, tal y como especifiqué. Pensé que era solo un detalle, pero al final resultó ser una putada, pues al recoger el dorsal veo que me han asignado el cajón de salida A (2h20’-2h40’) intento razonarlo con el buen hombre que me ha impreso el dorsal, pero me dice que es imposible cambiarlo ahora…

Momentos previos:

Son las 8:30h, salgo del hotel y me despido de Eva, cinco minutos después, junto al antiguo Reichstag, ahora Bundestag, paso el control de seguridad, me revisan el dorsal, la pulsera, el chip… todo está en orden y entro en la zona exclusiva para los corredores, por megafonía suena la canción “The Race” del grupo suizo Yello, la que fue sintonía del mítico programa de radio de finales de los ochenta “Pasta Gansa” de Mikimoto, primer chute de adrenalina del día. Me adentro en el Tiergarten, el que fuera coto de caza para la aristocracia prusiana y ahora el principal parque berlinés, intento sin éxito alguno colarme en otro cajón de salida diferente al mío, como echo de menos la improvisación del carácter latino, viendo que no será posible me resigno y me coloco en “mi sitio”, lógicamente me coloco el último de “mi sitio”. Suena por megafonía la banda sonora “Chariots of Fire” de Vangelis, hacía mucho tiempo que no la escuchaba en la salida de una prueba, de golpe me viene a la memoria esos años 80 donde cada salida venía precedida de dicha canción, una época en la que me gané, sin saberlo entonces, el “privilegio” de estar en este cajón.

Por las pantallas presentan a la élite, Kenenisa Bekele, Wilson Kipsang… De golpe comienza la cuenta atrás, se apartan los controladores, me voy todo lo atrás que puedo, dan la salida, montones de globos lo certifican y en un minuto escaso ya me encuentro corriendo…

La maratón:

Enciendo los warnings y me coloco tímidamente en un lado, como aquel que se siente desplazado en una fiesta a la que ha sido invitado, pero en la que no conoce a nadie… Solo tuve un pensamiento antes de meterme en mi burbuja particular… “- Por Dios… ¡Yo corrí una Maratón a este ritmo!” Duró sólo un segundo, pero fue un momento “gallina de piel”, sinceramente no tuve ningún incidente y tampoco me afectó demasiado, salvo que el primer kilómetro con el freno de mano puesto y el ancla tirada lo pasé en 5’10” en lugar de mis 5’40” previstos.

Intento regular el ritmo y aprovechando que voy por un lado, sin molestar en la fiesta, me concentro en chocar la mano de todos los niños y no tan niños que me la ofrecen, así conseguí no fijarme en el enjambre de Stukas que permanentemente me pasaban en vuelo rasante por el otro lado. Sobre el Km.4 me adelanta Polgi de CoRReDoRS.CaT, nos deseamos suerte mutuamente y continúo a lo mío. El parcial del Km.5 lo hago en 27’59”, algo rápido, pero no excesivo. Poco antes del Km.10, parcial de 28’27”, este lo he clavado, me tomo el primer gel (la idea inicial era tomarme cuatro: en el 10, 20, 30 y el último en el 36/38 dependiendo de las piernas), justo después me adelanta Ergofo de CoRReDoRS.CaT, tras desearnos lo mejor cierro mi burbuja hasta Alexanderplatz, un kilómetro después, donde me espera Eva por primera vez, casi no me ve, ya que paso algo más rápido de la idea inicial, aun así consigue darme el gel previsto mientras yo le lanzo mi corta vientos. Siempre prefiero llevar dos geles encima por si no la veo en algún punto de los previstos, hoy en los kilómetros 11, 21 y 35, bueno y en el 42, claro.

Vuelvo a cerrarme en mi burbuja, salvo mi mano izquierda que la dejo afuera para seguir saludando al fantástico público de Berlín, en serio, gracias a ellos, a sus constantes ánimos y a que las avenidas eran amplias y me permitieron apartarme lo suficiente como para ir a lo mío sin pensar en los miles de corredores que me adelantaron, conseguí no escuchar “las trompetas de Jericó”.

Llego al Km.15 (parcial de 28’51”) y constato, aunque ya me lo temía, que los días de turismo previos y la falta de tiradas largas por el infernal calor de este verano me impedirán el sub 4h, un amago de rampa en el isquio izquierdo un kilómetro después lo certifica. Jamás me había pasado tan pronto, nunca antes del 30/32 había tenido que entrar en modo supervivencia, es la primera vez en mi vida que se me pasa por la cabeza la posibilidad real de que no sea capaz de acabar una maratón. Lucho contra ese pensamiento, recuerdo la maratón del 2013, cuando la acabé sin entreno alguno, pero claro, entonces salí muy conservador desde el inicio y fue en Barcelona, donde los días previos descansé todo lo que pude, intento dejar la mente en blanco, pero es difícil, va sola y no para de hacer cálculos, llevo dieciséis, otros dieciséis y serán treinta y dos… joder aún me quedarán diez, no me paro, sigo adelante y decido cambiar los planes en cuanto a la toma de geles se refiere, pues ahora sí que se me han encendido todos los warnings posibles, mi cabeza parece un árbol de Navidad, anticipo el gel de 20 y decido que tomaré uno cada ocho kilómetros: 16, 24, 32 y 38. No me queda otra opción que pasar al plan B, pues no hay plan C. Siempre digo que acabar una maratón solo tiene dos secretos: se sale y se acaba, pues eso, no queda más remedio que regular hasta el final y si puedo el sub 4h15’ mejor.


Poco después me planto en el Km.20 (parcial de 30’31”) y pienso que enseguida volveré a encontrarme con Eva, me espera un poco después de la media Maratón, justo en un giro de noventa grados a la izquierda, me abro muchísimo para que me vea, la busco, al final la veo, está con Kenia, una amiga suya que vive en Berlín y con quien cenamos ayer en un italiano buenísimo, pero eso es otra historia, la atraco pidiéndole todos los geles que lleva encima, le doy un beso y al marchar le digo “- voy muy mal”. Era una manera de advertirle que mi paso por el Km.35, nuestro próximo punto de encuentro, sería algo más tarde de lo previsto. Desde el Km.16 hasta el Km.25, mi peor parcial de toda la maratón con 31’20”, se me hace muy duro, la molestia por el amago de rampa me duró hasta el Km.23, aunque nunca fue a más, el hundimiento era más mental que físico, básicamente porque bajé el ritmo, pues de no ser así ríete tú de la película “el hundimiento”, el mío hubiera sido memorable.

Al llegar al Km.26 pienso en que ya han pasado diez kilómetros y sigo ahí, avanzando a un ritmo constante, por primera vez desde el amago de rampa empiezo a ver posible acabar la Maratón con cierta dignidad. A partir de ese momento me centro exclusivamente en dos cosas: mantener mi ritmo a 6’10” - 6’15”/km y en chocar todas las manos de los que me la presentan al pasar.

Paso el Km.30 (parcial de 31’09”), en el Km.32 me tomo el cuarto gel, poco antes del Km.35 (parcial de 30’53”) a la altura de Kaiser-Wilhelm-Gedächtnis, la iglesia destrozada por las bombas aliadas durante la II Guerra Mundial, veo a Eva por última vez antes de la llegada, mi cara es otra, me he recuperado y le grito “- ¡sólo me queda del Hotel Vela a casa!”, sólo me quedan siete kilómetros, justo del Vela a casa, lo he hecho muchísimas veces, esto ya está, me encuentro bien, fuerte, prescindo de tomarme el último gel en el Km.38, lo dejo para más adelante si fuera necesario, no lo fue, atravieso Potsdamer Platz, sé que a mi izquierda está Brandenburger Tor, no quiero mirarla, lo dejo para el final, para cuando de verdad importa, llego al Km.40 (31’09”), cruzo Gendarmenmarkt Platz, sin duda la plaza más bonita de Berlín, dos giros más y enfilo Unter den Linden, la avenida que unía el castillo del Káiser con su coto de caza, y por fin diviso al fondo Brandenburger Tor, falta un kilómetro, entro en Pariser Platz, traspaso Brandenburger Tor, Km.42, beso a Eva y le grito “- ¡esto ya está coño!”.

 Abro los brazos y disfruto de esos maravillosos ciento noventa y cinco metros finales, dignos de vivirlos alguna vez en la vida, aunque sea dentro de una burbuja y con los warnings encendidos. Trece minutos y doce segundos para hacer esos últimos e inolvidables dos mil ciento noventa y cinco metros, el parcial más rápido desde el kilómetro quince, estoy muy contento, mi cara lo transmite, no he sufrido, mentalmente sí, pero no me he parado ni una vez, ni una rampa, he sobrevivido gracias a mi cabeza, tras cruzar la línea de meta me digo… “- Qué huevos tengo.”, tiempo final 4h 13’ 26”, sub 4h15’ al saco, entrando en el puesto 16398 de los casi 45000 que tomamos la salida. ¡Ah! Y con cincuenta y dos años…

Me reúno por fin con Eva, que me ha seguido, animado y mimado durante toda la carrera y me hago la foto de rigor mostrando mi medalla con Brandenburger Tor detrás de mí.


Los cinco minutos de fama de mi “tesoro”:

En ese momento me abordan un grupo de japoneses admirando mi medalla como si de un tesoro se tratara, me felicitan efusivamente y me piden hacerse una foto conmigo, bueno, en realidad yo les daba igual, pero mi tesoro no, hasta ocho fotos tuve que aguantar aunque en la cuarta ya les dije “the last one”, daba igual, pasaron todos y cada uno de ellos.




Y al fin, mi Isostar, esa cerveza bien fría que llevaba deseando tantísimos kilómetros.
 


 
 

domingo, 19 de octubre de 2014

39th TCS Amsterdam Marathon

Enjoy?
Son las ocho y media de la mañana, me encuentro justo delante del primer pebetero de la historia Olímpica moderna. En los juegos olímpicos del 1928 celebrados en Ámsterdam, se reintrodujo por primera vez la antigua tradición Griega de mantener encendido el fuego olímpico durante su celebración.
Aquí hemos quedado algunos compañeros de CoRReDoRS.CaT para hacernos la foto de rigor antes de una carrera. Enseguida veo a Xarlax y poco después aparece Koldo. Recibo un mensaje de Albert diciéndome que llegará en 10 minutos, pero al final no aparece, hoy todo es un pequeño caos y seguro que ha tenido un imprevisto en el transporte. Son las nueve, nos hacemos la foto los tres y nos dirigimos al interior del estadio pues la entrada a los corredores se cierra a las nueve y cuarto. Después de desearnos suerte, nos dirigimos cada uno a nuestro cajón de salida.
Esta maratón tiene como aliciente que sale y acaba en el mismo estadio olímpico, pero con tanta gente y saliendo en el cajón naranja (3h30 a 4h00) me da miedo que se forme un tapón en la salida. Aun dudo a qué ritmo ir, llevo más kilómetros que en BCN2014, pero a ritmos más bajos, este verano ha hecho demasiada calor/humedad y me ha penalizado mucho el entreno, así que decido buscar un ritmo cómodo y dejarme ir. Sub 3h45 sería la leche, sobre las 3h50 sería lo lógico y más de 4h me dolería en el alma.

Los nervios empiezan a aparecer, hasta ahora he estado muy tranquilo, pero solo quedan cinco minutos para salir, miro a la grada para ver si localizo a Eva, imposible, ni yo la veré a ella ni creo que ella me vea a mí. Cantan por megafonía el último minuto y justo a las nueve y media dan la salida a los pro, la veo a través de los video marcadores… ¡Madre mía que ritmos llevan!
Van saliendo los demás cajones, pero no nos movemos. Han pasado ya ocho minutos y por fin se ve movimiento, nos dirigimos trotando a la salida y justo diez minutos después de la salida oficial, salgo yo. Me abro a la calle 8 para ir lo más solo posible y así que Eva me pueda ver, salgo del estadio sin ningún problema ni retención, dejo atrás la puerta de la Maratón sin ninguna sensación especial, pero pienso como será cuando la vuelva a cruzar de vuelta,  empieza mi maratón.
Durante los dos primeros kilómetros voy más pendiente de coger el ritmo adecuado que de otra cosa, hace calor, en la entrada del Vondelpark voy totalmente sudado y solo llevamos dos kilómetros, es un lugar idílico para correr. Tras abandonarlo nos acercamos al Rijks Museum (de imprescindible visita) el que atravesamos por su interior, generando una de las imágenes más bonitas de la Maratón.
Paso por el Km.5 en 26:43 (a 5’20”/Km) un ritmo de 3h45’, dudo si bajarlo, pero tampoco es un ritmo descabellado pues en marzo acabé justo en esa marca, sé que a veces se paga, pero si me encuentro bien me dejo ir.
Justo antes de ver a Eva por primera vez me cruzo con Xarlax y poco después con Koldo, nos damos ánimos sin saber lo mucho que los necesitaríamos después. Saludo a Eva en el Km. 8 y le digo “- hace mucho calor, pero voy bien”.

Dejo atrás el Km.10 (53:20), sigo al mismo ritmo. Hay gente, pero salvo en los puntos de animación son bastante sosos y con la llegada del rio Amstel, Km.14, el tema va a peor, aquí no hay ni Dios, bueno alguien sí, Eva por ejemplo, la veo en el Km.15 (1:19:55) menuda paliza se está metiendo para seguirme ;·). Justo después de verla y al girar una curva me encuentro de cara con el típico molino de viento holandés, porque viento en esta zona no falta, otra de las imágenes a recordar de esta maratón.
 
La verdad es que esta ida por el rio se me hace menos pesada de lo que pensaba, no hay gente, pero el trayecto es muy bonito y sin darte cuenta comienzas la vuelta por la otra orilla. Al girar, el viento que me daba de cara durante toda la ida, no sé como se lo hace, pero sigue dándome de cara durante toda la vuelta, puñetero Eolo. Tras el Km.20 (1:46:32), oigo como se acerca una ambulancia tras de mí, la dejamos pasar y poco después de la media Maratón (1:52:22) veo como están atendiendo a un corredor totalmente desfondado, sigue haciendo mucha humedad y empiezan a caer las primeras gotas de lluvia, ya no me dejarán hasta el final, casi que las agradezco.
Poco después del Km.25 (2:13:19) se acaba el rio Amstel y entramos en una zona industrial, sin duda la zona más fea de toda la Maratón, y con ella empiezan las primeras dudas. Decido bajar algo el ritmo y justo después de ver a Eva por última vez antes de meta, en el edificio Amstel, paso el Km.30 en 2:41:04.
Empiezo a ir muy justito y entro en modo supervivencia, comienzo a calcular que me queda y a cuanto debo ir para no sobre pasar las 4h. Coincidiendo con el segundo molino de viento paso el Km.35 en 3:10:25 y a partir de aquí un calvario… Los calambres se convierten en rampas y tengo que dejar de correr, camino rápido, todo lo que puedo, y cuando noto que se ha relajado la pierna vuelvo a trotar y así hasta el final. Un final que no llegaba nunca, los últimos seis kilómetros se me hacen eternos, cada avituallamiento (ahora cada dos kilómetros) aprovechaba para caminar mientras bebía todo lo que podía, dejo atrás la Heineken Experience (prometiéndome volver por la tarde para hidratarme como Dios manda), después el Rijks Museum, me adentro de nuevo en el Vondelpark y empieza a llover de verdad, ¿un lugar idílico para correr? ¡Los cojones! Hay que ver como cambia la percepción de los paisajes en función del estado de ánimo que llevas, voy muerto, se me está haciendo interminable, solo tira de mi la voluntad, pues las piernas ya no pueden más.
Poco después del Km.40 (3:42:20) y antes de abandonar el parque se encuentra el último avituallamiento, entro en él con una cara más propia de un funeral que de una fiesta, me entregan un vaso de bebida y me dicen… Enjoy!!! Sí señor ¡con dos! Aunque he de reconocer que me arrancó una sonrisa y un guiño.
Solo después de rebasar el arco de último kilómetro veo que el sub 4h está hecho. Me quedan 10 minutos para hacer 1000m, caminando rápido basta, pero los haré corriendo, por fin diviso el estadio, lo bordeo y veo la puerta de Maratón, sobre ella, los aros olímpicos junto a la frase: Citius Altius Fortius, entro por fin en el estadio, la sensación es agradable, sufro, pero disfruto a la vez, solo quien ha pasado por algo así puede entenderme, recorro los últimos metros, los mismos donde el legendario Paavo Nurmi consiguió su última medalla de oro Olímpica, busco a Eva en la grada, no la veo, pero sé que está ahí, sacudo el puño con rabia, abro los brazos y sonrío, cruzo por fin la meta en 3h56’17” y me detengo por fin.
Enjoy? Pues al final sí, por el simple hecho de acabar, de no dejarme ir, de saber aguantar y no rendirme, en definitiva por seguir siendo desde hace más de treinta años:  un maratoniano. Enjoy!!!
 

domingo, 16 de marzo de 2014

Maratón de Barcelona 2014

"Highway to hell" Uno más y sumando.

Son las ocho y veinticinco de la mañana, faltan cinco minutos para la salida oficial, estoy en el cajón de salida verde (3h30-3h45) aunque mi dorsal, de color gris, corresponde al siguiente cajón (3h45-4h00). Me coloco al final o mejor dicho al inicio del mío. He llegado junto a Eva, mi mochilera preferida, justo de tiempo, había mucha gente colocada ya en la salida, así que tirando un pelín de oficio y algo de morro, me cuelo en el cajón que creo más conveniente.

Cuando me inscribí este año tenía muy presente el nulo entrenamiento que le pude dedicar el año pasado y por ello fui conservador al calcular la marca, pero este año he roto la tradición, este año he entrenado bien, catorce semanas, cuatro días por semana, ochocientos kilómetros, sin ritmos, sin series, solo planifiqué distancias. Mi idea inicial era bajar de 3h50’, pero tras el Maratest de hace tres semanas donde corrí 30 kilómetros en poco más de 2 horas y treinta minutos, vi la posibilidad de bajar de 3h40’.

Suena “Highway to hell” de AC/DC por la megafonía, falta muy poco para salir, los aplausos, vítores y nervios ya están ahí, siento como el Sol me calienta la nuca, hace calor, demasiado calor para una Maratón, son solo las ocho y treinta y siete de la mañana, empezamos a caminar, suenan los pitidos de los chips al cruzar las alfombras de la salida, la música a todo trapo, cruzo la línea y se produce el silencio, siempre me pasa igual, es una sensación extraña, son unos pocos segundos que pasan muy deprisa, pero es como si estuviera solo.

Despierto y recuerdo la primera c, cabeza, en la Maratón tienes que cumplir a rajatabla la norma de las cuatro ces y en ese momento necesito que la cabeza mande sobre mis piernas, que las frene, hace dos semanas que he reducido el entreno y se encuentran descansadas, si me dejo ir en los kilómetros iniciales lo pagaré con toda seguridad. La cabeza también me recordará que no debo saltarme ningún avituallamiento, es vital hidratarse bien, hoy más que nunca.

Cubro el primer kilómetro en un santiamén, saludo a Eva por primera vez, ella también correrá la Maratón a su manera, tiene un plano donde le he marcado mis tiempos de paso por diferentes lugares de Barcelona y así podrá seguirme toda la carrera, suministrándome lo que vaya necesitando y, lo que es más importante, sonreírme cuando mi cara ya no sonría.

Regulo perfectamente los primeros siete kilómetros, no hay que cebarse pues son los kilómetros más duros en cuanto a desnivel, te llevan a lo alto de la Diagonal, se pierde algo de tiempo, pero ahora toca un descenso de cuatro kilómetros donde se recuperará sin problemas.

Aunque hace calor, aun no agobia demasiado, miro el reloj, 52’30”, ¡perfecto rondando las 3h40’! Saludo a Eva por segunda vez y continúo en dirección Plaza España. Van pasando los kilómetros y con ellos los edificios y lugares más emblemáticos de la ciudad, la Gran Vía, el Paseo de Gracia con sus maravillosas obras modernista, destaca la manzana de la discordia con las casas Lleó Morera, Amatller y Batlló, posteriormente se alza la impresionante casa Milà (La Pedrera) aunque reconozco que ni las miré, iba a lo mío y las veo casi a diario, aunque ahora me doy cuenta con algo de tristeza que la belleza sigue siendo belleza aunque se vea a diario, prometo que el año que viene repararé en ellas.

Me dirijo hacia otra belleza de Barcelona, La Sagrada Familia, allí saludo a Eva por tercera vez, el ambiente es bestial, creo que nunca había visto tanta gente animando en Barcelona, es cierto que el día es radiante, demasiado radiante, pero el gentío que hay en la calle es brutal, te lleva en volandas.

Entramos en la Meridiana, una ida y vuelta de cuatro kilómetros donde se encuentra la media Maratón, que paso en 1h50’11”, sigo clavando las 3h40’, saludo a Xavi, giro la calle Valencia en medio de un pasillo espectacular de gente, Eva me entrega el primer gel y le pido que me de la vaselina la próxima vez, hace mucho calor y aunque me he embadurnado a la salida noto que los pezones me empiezan a molestar.

Llega el kilómetro 25, lo paso en 2h10’18”, clavado para las 3h40’, pero veo que a pesar de ir bastante bien será complicado mantener este ritmo hasta el final, no tengo ningún margen y en caso de empecinarme en ello el reventón puede ser histórico. Al girar la Diagonal y comenzar los dos kilómetros y medio de pequeña subida me cercioro que la sensación es correcta y tengo que abandonar el ritmo actual y regular el margen que llevo sobre las 3h50’ hasta el final.

Al girar en la parte alta y comenzar la bajada, kilómetro 28 y medio, veo a Eva por quinta vez, me entrega otro gel y la vaselina como le pedí hace un rato, me pongo una buena cantidad inmediatamente en los pezones y dejo el gel para el 31, justo girar en el El Forum.

Liquidada la zona litoral, el calor es importante pues no hay ninguna sombra donde cobijarte, llego a las torres Mapfre y en ese momento recuerdo la canción que sonaba en la salida, “Highway to hell”, y sobre todo la estrofa que dice “- I'm on the highway to hell, Highway to hell…” (- Estoy en la autopista al infierno, autopista al infierno…).
 
Llega el momento de la segunda c, corazón, es el momento de seguir aunque las fuerzas escasean y el calor es elevado, no excesivamente, pero lo suficiente como para desgastarnos más de lo previsto. Enfilo el Arco del Triunfo, sexta y última vez que veré a Eva antes del final, el ambiente es bestial, la curva está literalmente a petar de gente, dudo si la veré, pero sí, ahí está, me entrega el último gel, su nombre lo dice todo, coup de fouet, un último latigazo para llegar al final.

Dejo atrás la plaza Catalunya y me dirijo hacia la Catedral, kilómetro 38, justo delante está el avituallamiento de CoRReDoRS.CaT, me ven llegar y gritan…”-¡¡¡Un Correcat!!!” Los gritos de ánimo son brutales, es una pasada lo visible que te hace la camiseta de CoRReDoRS.CaT a los ojos de desconocidos, no todos lo son, conozco a muchos de ellos, pero durante toda la Maratón me ha estado saludando y animando un montón de gente cuya única vinculación conmigo es que ellos o algún amigo/familiar también pertenece a CoRReDoRS.CaT.
 
La bajada de Vía Layetana se acaba en seguida, pero el monumento a Colón no llega nunca, empiezo a ir muy cansado, el calor pasa factura, me he hidratado muy bien, no tengo sensación de sed, a partir del kilómetro 20 teníamos bebida cada dos kilómetros y medio, pero empieza a molestar la estufa… ¡Qué calor!

Dejo Colón atrás y enfilo el Paralelo, los últimos tres kilómetros, tres kilómetros para terminar, ¡sólo tres kilómetros!

Miro el crono, lo he mirado infinidad de veces hoy, el sub 3h50’ está en el saco, pero ¿por cuánto? Paso por el 40, el 41 y justo antes del 42, la primera y única rampa en la pierna izquierda “- ¡ahora no!” Me digo, ya no queda nada, bajo el ritmo y enfilo Plaza España, el gentío es enorme, imposible ver a Eva, pero sé que está ahí, no sé donde, pero está. De repente veo saltar a mi niña y se coloca a mi lado, miro el crono, 3h45’, cruzo la meta y lo paro al fin: 3h 45’ 26”.


Me colocan la medalla y me dirijo al lugar donde he quedado con Eva, pero durante el trayecto me llevo la grata sorpresa de cruzarme con mi cotilla favorito, Chema. Nos abrazamos y nos hacemos una foto de recuerdo.

Anteayer viernes un amigo me preguntó - ¿por qué corres este domingo la maratón? Mi respuesta fue sido un simple - me gusta -, pero diría por su cara, que no me entendió.

Y es cierto, en realidad corro simplemente porque me gusta. Me gusta vencer a la pereza de las catorce semanas previas de entreno, me gusta el silencio tan rotundo que me invade después de cruzar la línea de salida a pesar del gentío, me gusta la sensación de compañerismo que llegas a establecer con, hasta ese momento, un total desconocido y sobre todo me gusta esa sensación extraña que tengo (mezcla de alegría, satisfacción, orgullo, dolor...) cuando traspaso la línea de llegada. Al final, creo yo, lo bonito de la vida es disfrutar de esos pequeños momentos que te llenan de una inmensa alegría, de una enorme satisfacción personal, uno de esos momentos que recordarás toda tu vida. Uno más y sumando.

¿La cuarta c? Mi Isostar final, esa cerveza bien fría que me he ganado con creces ¿no?
 
El lunes Chema me dedico la foto de la siguiente manera: “- Esta foto la guardaré toda la vida!!! Es el meu Mestre!!! Sergio López. No olvidaré jamás los metros que hicimos en la primera maratón que corrí siguiendo tus consejos... Mil Gracias me parecen pocas!!! Lo dicho por esto estoy pletórico!!!” Gracias amigo, el honor es todo mío.







domingo, 17 de marzo de 2013

Maratón de Barcelona 2013


Esa mágica línea azul, treinta años después.
Desde hace una semana, recorre el asfalto barcelonés una línea azul de 42195 metros. Para la gran mayoría de la población, suponiendo que hayan reparado en ella, no es más que una línea que sin saber el porqué, un buen día apareció de golpe en el suelo, pero para una minoría, y yo hace treinta años que pertenezco a ella, marca un camino a recorrer y nos recuerda que solo faltan siete días para la Maratón. Es inevitable, esa minoría, vaya a donde vaya, no hace más que cruzarse con esa línea azul.
¡Treinta años desde mi primera Maratón! Me hacía ilusión celebrar esa efeméride corriéndola, por ello hace dieciséis semanas empecé a prepararla, por decir algo. Durante las primeras doce, pude salir dos días por semana, los miércoles un rodaje duro (por montaña las primeras seis semanas) y el fin de semana (sábado o domingo) un rodaje largo (entre 18 y 24 kilómetros como mucho). Pero por un motivo u otro (enfermedades varias) durante las cuatro semanas anteriores a la maratón no he podido correr ni un solo kilómetro, un cero absoluto, una tradición que he de desterrar definitivamente.
Desde el lunes, día en que me crucé por primera vez con la línea azul, cada día he pasado por los mismos estados de ánimo, al levantarme por la mañana pensaba que lo mejor era no participar, todo el mundo que entiende un poco sobre el tema opina que sin entreno no se puede acabar, además soy consciente del sufrimiento que eso conllevará, pero tras volver cruzarme la línea cada tarde, me decía: “siempre he pensado que podía correr una maratón sin entrenar ¿no? Pues ahora es el momento de probarlo”. Total, la maratón solo tiene dos secretos: se sale y se acaba.
No sé en qué momento di el paso mental definitivo para correrla, pero el jueves noche, antes de irme a dormir, me tomé la primera dosis de magnesio líquido de las tres previstas. Aun entonces no estaba seguro, pero pensé que si me daba el pronto, mejor si acumulaba la mayor cantidad de glucosa posible en mi organismo. El viernes por la mañana fui a recoger mi dorsal (4419) y la camiseta conmemorativa (fea de cojones). En ese momento, el primero que tuve claro que la correría, decidí colgar la foto del dorsal en Facebook y así no poder echarme atrás. El sábado descansé lo que pude y tras prepararme todo lo necesario de cara al domingo, coloqué el dorsal en la camiseta, cené un grandioso plato de pasta y me fui a dormir.

Suena “Shine a Little Love” de la ELO, son las 5:40h del domingo, me levanto y me dirijo a la cocina, pongo al fuego la parrilla de la carne y el cazo con las patatas peladas ayer. No tengo hambre, nunca la he tenido, pero siempre el mismo ritual: puré de patatas, pechuga a la plancha, algo de pan, un plátano de postre y agua, mucha agua.
Vuelve a sonar “Shine a Little Love”, son las 6:59h, estoy en el sofá, veo la salida del primer gran premio de F1 de la temporada y después despierto a todo el mundo.
Faltan cinco minutos para las 8:30, ya estoy en el cajón de salida, me pongo al final del todo, saldrán demasiado rápido para mí y cuanto menos me arrastren menos sufriré, nos ponemos a aplaudir, han salido los pro, cinco minutos después empiezan a sonar los pitidos de los chips… estamos corriendo.
Saludo a Zenón y le deseo suerte, al girar plaza España me invade un silencio enorme, estoy solo, no quiero compañía, he de ir a mi ritmo hasta el final sin que nada me condicione, el camino será largo, un camino lleno de esfuerzo, sufrimiento y dolor, una línea azul que me guiará gracias a sus historias, mitos y leyendas hasta la felicidad, en definitiva, un camino que recuerda a la vida misma.

¿Cómo fue la carrera? Es lo de menos, hemos quedado que solo tiene dos secretos ¿no? Pues eso, se sale y se acaba. Me quedo con el ánimo y la compañía de los míos durante todo el recorrido, me enorgullece haberla corrido entera, aunque lógicamente fui de más a menos, nunca dejé de correr, estoy satisfecho por haber sabido regularme y me alegró infinitamente entrar en meta acompañado de mi niña. En resumen… ¡Se puede!




Al llegar a casa entendí todo el revuelo que aprecié a mi derecha tras cruzar la línea de meta, Xavier Jiménez, como Philippides, llegó hasta el final, pero como Philippides, se quedó allí, descansa en paz.


lunes, 31 de diciembre de 2012

¿Qué haré este 2013?


¿La verdad? No tengo ni idea, después de pasarme el 2012 en blanco, desde el 2007 que no dejaba de participar en una maratón o una Ultra, no pienso plantearme nada en absoluto para este 2013.

Es verdad que durante el 2012 no he dejado de correr, no podría, lo necesito, pero también es verdad que no he tenido el tiempo ni la motivación suficiente para poder afrontar alguna prueba que me apeteciera.

Solo una pequeña excepción, Cavalls del Vent. Tras conseguir plaza en el sorteo me inscribí y la entrené lo que pude, ni recuerdo las veces que he subido y bajado este verano el Matagalls, Agudes, el Turó del Home, pero aun así no me sentía con el entreno suficiente para afrontarla y en realidad no lo llevaba. Es verdad que hasta el jueves anterior a la carrera pensaba en salir y tirar hasta que pudiera, pero cuando vi la predicción meteorológica, pensé que además de no tener ninguna posibilidad de acabarla en esas condiciones, sería un suicidio afrontarla, por supuesto ni salí. Ojalá todos hubieran pensado como yo, pues de esa manera, Teresa, aun estaría con nosotros.  

Desgraciadamente no es la primera vez que fallece un corredor en una prueba en la que participo, pero sí que es la primera vez que conozco tanto a ese corredor como a su familia. Teresa te echaremos en falta. Ánimo Pau.
 

Hace 10 días, el pasado 21 de diciembre, el día del fin del mundo según los Mayas, se cumplieron 30 años desde que empecé a correr con la intención de preparar mi primera carrera, La Maratón. Por supuesto lo celebré a mi manera: corriendo.

El próximo trece de marzo del 2013, abstenerse los supersticiosos, se cumplirán 30 años de mi primera carrera, 30 años de mi primera maratón. Cuatro días después, el 17 de marzo, se correrá la Maratón de Barcelona. ¿Lo celebraré corriendo? Me encantaría, ya estoy inscrito, pero ¿alguien lo sabe? Yo no.

sábado, 3 de marzo de 2012

¿Qué haré este 2012?

Ya era hora de ponerme las pilas o me ocurrirá como el año pasado, que si no es por la Matagalls Montserrat, me habría pasado en blanco.

A la única persona en el mundo a quien no puedes engañar es a ti mismo y no soy de buscar excusas, pero es cierto que cada vez me cuesta más poder encontrar las ganas y sobre todo el tiempo, para preparar pruebas que me atraigan. El pasado noviembre empecé a preparar la Maratón de Barcelona, pero un gripazo seguido de un problema de salud de mi padre, me mantuvieron parado casi 20 días, enviando al traste el sub 3h30’. Podría haber retomado el tema, pero acabar por acabar no me motiva nada.

Sin embargo, el año que viene sí que la haré sea como sea. El trece de marzo del 2013, no soy supersticioso, pero por Dios cuantos treces, se cumplirán 30 años de mi primera carrera, de mi primer dorsal, 30 años de mi primera Maratón de Barcelona. Ahora que caigo, si tiro hacia atrás 12 semanas, el próximo 21 de diciembre, se cumplirán 30 años desde que empecé a correr. ¡30 años! Como pasa el tiempo y como cambian las cosas, ahora ver correr a alguien por la calle es lo más normal del mundo, pero entonces me miraban como su fuera un bicho raro y quizás no era por correr en pantalón corto por la calle, quizás siempre he sido un bicho raro. 21 de diciembre, otra fecha de esas a incluir entre los días que te cambian la vida.
  
Vuelvo desde los Cerros de Úbeda, para retomar el tema. ¿Qué haré este 2012? O mejor dicho ¿qué me planteo hacer este 2012?
Tras el adiós a la Maratón de Barcelona, no hubo suerte en el sorteo de la Zegama-Aizkorri (no me olvido de ti, el año que viene nos vemos) y como siempre las dudas... ¿Qué hacer? ¿Podré prepararlo? ¿Nuria Queralt el 1 de julio? ¿Matagalls Montserrat en menos de 14 horas? Bla, bla, bla… Y aquí es donde entra mi cotilla favorito, lanzándome un órdago a la mayor... ¿Por qué no haces Cavalls de Vent? Llevo dándole vueltas unos días hasta que ayer me dije ¿y por qué no? es a finales de septiembre, si me hubiera tocado el sorteo de la Zegama la habría corrido ¿no? Habría preparado una carrera de 42Km con 6000 metros de desnivel en tres meses. ¿Por qué no puedo prepara una carrera de 84Km con 12000 metros de desnivel en 7 meses? Es justo el doble con el doble tiempo. ¿Somos hombres o no? ¡Fuerza y honor! Ja, ja, ja. Así que el plannig para este año es el siguiente:

20 de mayo: Travessa del Montseny. 47Km con 5060m de desnivel (10,8% de promedio). Conozco la zona de maravilla y es una travesía preciosa y si le das caña: dura, muy dura.
16 de junio: Cap de Rec. 52Km con 5200m de desnivel (10% de promedio).  Hace tiempo que me apetece hacer una de las travesías más bonitas que tenemos en nuestra tierra.

A finales de julio o principios de agosto y si puedo combinármelo: Cavalls de Vent en 3 días.
15 de septiembre: El Plan B: si no he podido entrenar todo lo que me hubiera gustado para hacer con garantías mi plan A, haré la: Matagalls-Montserrat intentando bajar de las 14 horas. 84Km con 5980m de desnivel (7,2% de promedio). ¡Menudo plan B!

29 de septiembre: El Plan A: si todo va más o menos como quiero, haré: Cavalls del Vent Skyrunner World Series. 84Km con 12180m de desnivel (14,5% de promedio). ¡Esto es un plan!

11 de noviembre: Marató del Montseny. 42Km con 5200m de desnivell (12,4% de promedio).

Lógicamente solo habrá plan A o plan B, de esta manera y teniendo en cuenta que solo hay dos semanas entre las dos pruebas, me da la posibilidad de entrenar duro para Cavalls de Vent, y si después las circunstancias del día a día me impiden dedicarle el tiempo que necesita no tendré la sensación desoladora de derrota que me invade en esos momentos. Si puedo, cojonudo, haré Cavalls de Vent, y si no, siempre habrá un plan B. Correr es maravilloso, me relaja, me permite pensar, me hace sentir bien, llevo casi 30 años haciéndolo, pero no es lo primero en mi vida y además, no quiero que lo sea.

domingo, 13 de noviembre de 2011

47 Behobia - San Sebastian

Otro año por aquí y ya van tres. En esta edición acompañaré a Eva en su primera B-SS, que también será su primera prueba por encima de los 10Km. Para variar el entreno que llevo no es que sea escaso es simplemente nulo.

A 50m de la salida desayuné mi pincho de tortilla con su consiguiente “Isostar”. El primer año fue parada obligada debido al mal tiempo y desde entonces repito cada año pues una tradición es una tradición. Además este año salgo a las tantas, media hora más tarde de lo habitual así que me sobra el tiempo.
El sistema de salida que tienen para organizar a las más de 20000 personas que toman parte en la prueba, se regula por salidas sucesivas en función de las marcas acreditadas en media maratón o en un 10000. En resumen, salimos en función de su marca y en lugar de las 11:03 del año pasado saldremos a las 11:32 este año.

Como tenemos tiempo, nos acercamos a ver la salida de los mejores que se dio a las 11:00h en punto. El ambiente es cojonudo, la música a todo trapo y los corredores se desbocan en el mismo momento que los dejan ir. Por suerte no se cae nadie… hubiera acabado de lo más magullado.
Nos dirigimos, con la calma, hacia nuestro cajón naranja y mientras tanto disfrutamos de las salidas sucesivas.
Saludamos a un grupo de CoRReCaTS, Xeix incluido (nos encontramos en todas las pruebas) y poco a poco se acerca la hora…

Y a las 11:32 entre aplausos, vítores, cánticos y demás muestras de alegría salimos dirección a Donosti. No tengo ninguna marca en mente, hace mucho calor (unos 21ºC en la salida), pero calculo que estaremos entre las 2h y las 2h 20’. Dependerá mucho de lo que ella quiera sufrir. El buen tiempo acompaña a salir a la calle y el paso por Irún es multitudinario. Dejamos Irún entre toboganes y un montón de gente animándonos por todos sitios. En el kilómetro 6 llega la primera subida importante, el alto de Gaintxurizketa, coincidiendo con la entrada en la autovía. Aquí veo al primer corredor desplomado literalmente en el suelo atendido por los sanitarios.

Salvamos el primer escollo de dos kilómetros sostenidos de subida sin perder demasiado tiempo  y comienza una zona de toboganes (repechos de 100 a 300 metros) en la carretera que nos llevará hasta la población de Lezo. Veo un segundo y un tercer corredor desencajados… no están cansados o agotados, están literalmente tirados en el suelo. Es cierto que hace calor, unos 22/24ºC, pero no creo que sea suficiente para que estén así, creo más bien que toman parte demasiados inconscientes en estas carreras populares.

Cruzamos Lezo entre un pasillo de miles de personas animando, el buen tiempo, nada que ver con los años pasados, ayuda a que la cantidad de público animando sea enorme. Atravesamos el puerto de Pasajes, entre los pitos del tren que nos cruzamos por el camino, en este momento aprovecho para enchufarle su segunda y última dosis de energía en previsión de la subida que nos viene a continuación.

Dejamos Lezo y nos dirigimos hacia el barrio de Trintxerpe, en el kilómetro 16 comienza la dura subida al Alto de Miracruz. Es solo un kilómetro, pero se le hace largísima a pesar del gentío que hay animándonos. Yo me paso toda la subida dándole ánimos. Por fin llegamos arriba y comienza la bajada por la Avenida de Ategorrieta, hacia Donosti. ¡Por fin Donosti!

Enfilamos la playa de la Zurriola y al girar… ¡Miles de personas animando! Dejamos a tras el Kursaal, el gentío reduce el paso de los corredores a un pasillo de escasos 2 metros, cruzamos el puente, entramos en el Boulevard y por fin la meta. Al final 2h 11’ 29’’, ella muy contenta por haber acabado corriendo los 20Km y en cuanto a mí… Primer entreno de la Marató de Barcelona al saco.

Al dirigirnos al hotel me crucé con mi “Anónimo” preferido. ¡1h 43’39’’! ¡Felicidades Chema por tu gran marca! Fue un placer coincidir contigo y los demás en la sidrería… ¡Qué chuletón! ¡Qué merluza! ¡Qué tortilla de bacalao!... Sub 1h30’ el año que viene… piano, piano. Primero intentar el sub 3h45’ en maratón y luego es posible. 1h30’ aquí equivale a 3h 30’/35’ en maratón.

Este año he visto demasiados corredores tirados en el suelo o en una camilla, ambulancias arriba y abajo, es cierto que nunca he acabado tan atrás en una cursa popular, pero jamás había visto algo así. ¿Dónde está la lluvia de siempre? Al final la eché de menos. Por suerte al final no pasó nada grave, no como el año pasado. César, no nos hemos olvidado de ti, recibe un fuerte abrazo por ahí donde estés corriendo ahora.